lunes, 8 de marzo de 2010

VISITANTES DEL INFIERNO

En una de las comunidades del distrito de Sicuani, vivía una familia muy pobre que se dedicaba solamente a la actividad agrícola. Tenía varios hijos y pequeñas parcelas para cultivar. Un día, el padre se puso a pensar qué podría hacer para salir de su pobreza y fue a recibir consejos de su compadre, quien le había comentado sobre la existencia de hombres voladores, que se enriquecían rápidamente. Éstos pasaban volando en las noches de luna llena hacia el sur y regresaban a su casa cargados de oro y plata.

Al escuchar la leyenda, el hombre pensaba mucho. Una noche, que no pudo conciliar el sueño, decidió levantarse con el propósito de regar su parcela, sorpresivamente se encontró con un hombre elegante, mestizo montado en un caballo blanco, quien le preguntó:

- Hijo, ¿qué estás haciendo? – El hombre asustado se sorprendió y apenas pudo gesticular palabras:
- Papá, he salido a ver si el agua estaba libre para regar mi parcela – El extraño caballero nuevamente le interrogó:
- Solo, ¿por eso te has levantado?
- No, papá. También pienso mucho en mi pobreza, no sé que puedo hacer para salir de la miseria. Tengo varios hijos, no puedo alimentarlos, vestirlos, menos educarlos... – Y el pobre hombre se puso a llorar. El extraño al ver que el hombre decía la verdad le pidió que se tranquilice:
- No te preocupes hijo, te voy a ayudar. Mañana regresas a la misma hora y nos veremos en este mismo lugar – El hombre no creía todo cuanto dijo el apuesto aristócrata y se limitó a agradecer:
- Gracias papá.

Al día siguiente, ciertamente se encontraron en el mismo lugar y el buen señor le proporcionó una vela y una porción de polvo de color verde. Seguidamente, le dio las indicaciones del caso:
- Escucha bien.
- Sí, papá – el hombre escuchaba todo atento las palabras del extraño caballero:
- Este polvo verde lo mezclas con agua, con el cual debes bañarte. La vela encendida te la introduces por el ano, justo en ese momento que vas a salir volando de la ventana de tu casa, pero no olvides llevar una bolsa grande. Antes tienes que rezar la siguiente oración: “¡Oh! Bendito Talismán a quien suerte y hermosura diste, yo te zahumo con el oro para mi tesoro. Con la plata para mi casa, con el cobre para mí que soy pobre mas el Coral para que me libres de la envidia y del mal”. Ten cuidado y escucha. Cuando llegues a aquel lugar extraño que está ubicada en una montaña inaccesible que te llamará la atención. Encontrarás un salón refulgente de luz muy hermoso, adornado con placas de oro y plata. También verás que existen en recipientes grandes y pequeños joyas y piedras preciosas diversas. La puerta estará abierta, ahí te esperará un señor quien es el dueño del gran salón. Enseguida, tienes que obedecer todo cuanto te ordene aquel señor. Seguro que te pedirá que le beses el ano. Supondrás que hacer esto es horrible, porque da el caso que precisamente el orificio anal de ese señor, huele a más de mil demonios. ¿Estás entendiendo hijo?
- Sí, papá – El hombre pensaba: “¿Será cierto todo cuanto me dice?, en fin no se pierde nada, es lo único que me queda...”.
- Tengo que puntualizar además que… – Prosiguió el extraño caballero – cuando beses el ano del señor que te digo, tienes que hacerlo sin sentir el mínimo asco; caso contrario, no lograrás tu propósito, tampoco podrás retornar. Si haces caso a todas mis indicaciones, vas a traer la cantidad de oro y plata que desees. En caso que digas “pufff, aggg, uuqws” y hagas actos de rechazo parecidos al vértigo y finalmente vómito; impedido de regresar, ahí te quedarás para siempre. A ver, repíteme todo cuanto te dije hace un momento:
- Ya papá, gracias papá... Tengo que besar el ano del señor... - El pobre hombre repitió detalladamente todas las instrucciones que recibió, lo cual satisfizo al apuesto caballero.
- Muy bien hijo, eso es. Si haces todo eso, no sufrirás más hambre ni sed, tu mujer e hijos estarán muy bien – El caballero se despidió y desapareció en la oscuridad de la noche. El hombre otra vez se limitó a decir:
- Gracias papá, gracias – Luego de hacer recibido estos consejos, el hombre se aprestó para cumplir el reto, porque lo único que pensaba era en las riquezas que el supuesto señor iba a obsequiarle.

Una noche de luna llena, se desnudó y bañó en la solución verdosa. Repitió la oración que el caballero le enseñó, se introdujo la vela encendida en el ano y salió desnudo por la ventana del segundo piso de su casa; emprendió vuelo rumbo al sur. Al aproximarse al lugar citado, observó una enorme y reluciente puerta que estaba abierta, en cuyo interior había joyas y piedras preciosas en tinajones grandes, medianos y pequeños. Ni siquiera era necesario que el salón este iluminado con luz artificial, sino que los haces de luz, que provenían del oro y la plata que había dentro de ella, fueron suficientes. Había tesoros en grandes cantidades que aparentemente nadie los recogía, tampoco había gente, todo estaba en completo orden y tranquilidad.

Las paredes también estaban forradas de planchas de oro y plata. Por la enorme puerta abierta, la luz incluso se proyectaba hacia fuera. Daba una sensación de estar en otro espacio, que no pertenecía a este mundo. El pobre hombre que todavía estaba volando, no salía de su estupor, porque la luz que emitían tales joyas y riquezas aún reflejaba en su rostro, cegándole los ojos. Se sacó la vela y automáticamente dejó de volar. Cuando estaba dentro en un espacio abierto del salón, se dio cuenta que el señor del que le habló el caballero, efectivamente estaba esperándole, quien le dirigió la palabra de esta manera:

- Tú debes ser el pobre hombre, que no tiene nada para comer ni cómo vestir a su mujer e hijos.
- Así es papá. Vine porque...
- No me digas más, ya sé que quieres, pero entonces ahora bésame el ano... – El pobre hombre procedió tal como le indicó el desconocido caballero sin expresar el más mínimo asco. Luego que hizo esto, el extraño dijo:
- Hijo mío, llévate el oro, la plata y las joyas, todo cuanto quieras y puedas – El hombre todo entusiasmado, recogió en su bolsa todo cuanto quiso y pudo cargar. Nuevamente se introdujo la vela encendida por el ano y retornó volando a casa.

En su casa, la esposa al ver tanta riqueza se dedicó a cambiar y vender el cuantioso tesoro que trajo su marido. La familia comenzó a prosperar, construyeron nueva casa, compraron alimentos y vestidos, tenían bastante dinero. Sin embargo, para evitar las sospechas de la gente, se dedicaron a hacer negocio de compra venta de lana y pieles de animales. Pero, bebían mucho por las tiendas del barrio. Prácticamente la riqueza que tenían, les cegó la conciencia, no actuaban como debía ser. Cuando la mujer se emborrachaba sacaba de su mandil fajos de billetes que mostraba a la gente, no pudo con la vanidad. Sus vecinos, asombrados empezaron a espiarle y vaya sorpresa. En las noches de luna, vieron que el marido salía volando de la ventana de su casa, aunque no sabían a donde iba. Los rumores circularon en el barrio y la comunidad, algunos que escuchaban de estos hechos no creían en todo cuanto contaban de este hombre que ahora se había convertido en otro ricachón.

Para el vecindario, era un escándalo que aquellas noches que no salía, de la ventana de su casa; marido y mujer se dedicaran a la buena vida, bebían cerveza y bailaban de alegría por la nueva posición económica que habían alcanzado. Generalmente volaba en las noches de luna llena y además en la época de cosechas, especialmente en la trilla de trigo, cebada y habas. Periodo que la gente acostumbra dormir en los tendales, cuidando la cosecha. Muchos comentaban que efectivamente habían visto a varios hombres que pasaban volando.

Cuentan que una noche que en la capital del distrito de San Pablo, mientras dormían en un tendal, vieron pasar a un hombre volador. Por curiosidad, uno de ellos le tiró con una de las ojotas del pie izquierdo. Atinó con el improvisado “proyectil” y el hombre volador cayó. Este murió al instante, mientras tanto la gente, recogieron todo desesperados y como pudieron, el oro, plata y joyas que el hombre transportaba. La ojota del pie izquierdo, según dicen, es un secreto para hacer caer a los hombres voladores.

Aseguran además que los hombres voladores se vuelven locos por el contacto con el diablo, porque en esos salones viven los demonios y las riquezas que hay en ellas son de Satanás. El dinero, el oro y la plata obtenida de esa manera no duran, se gasta rápidamente porque es de Lucifer. Igualmente, los hombres que se relacionan con el diablo mueren enflaqueciendo y volviéndose locos. Ciertamente el hombre pobre murió enloquecido y su familia nuevamente volvió a la pobreza.

La gente en las comunidades campesinas, es muy observadora; el control social es mas fuerte que en las ciudades. Por las mismas relaciones de parentesco y el trabajo que realizan, se conocen muy bien entre ellos. Quien camina con quien, donde viaja, cuantos animales posee, cómo se viste, cuántos hijos tiene, cómo es la relación con sus suegros, cuanto de ingreso tienen, etc. Razón por las cuales se dan cuenta fácilmente por qué compran muchos artículos y de donde tienen dinero.

Entonces al no encontrar explicaciones, empiezan a imaginarse y relacionar actos de las personas con la naturaleza, los Apus o divinidades tutelares. Piensan en tapados, hombres voladores, sapos y culebras que aparecen y se convierten en oro. Casi todo está relacionado con el diablo, porque es el único poseedor de oro y plata. Aunque otros creen que la gente progresa, porque tiene buenas relaciones sociales y trabajan con todo tesón incansablemente.

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