lunes, 8 de marzo de 2010

LOTERIA POR INTERNET

Fue a mediados de enero del 2006, llegó una carta dirigida a nosotros por e mail del señor Jim Parsons. Se presentó que él representaba a una institución internacional con sede en Sídney Australia. Según el indicado señor, nos habíamos hecho merecedores con un premio de lotería por la suma de 500,000 dólares americanos (medio millón de dólares), como una suerte de haber jugado Lotería por Internet hace más de un año y medio.

Yo no recordaba haber comprado ningún billete de lotería, menos haber escrito un número en el Internet para jugar a la suerte. Posteriormente, (según supe después) estos señores dizque tomaban todas las direcciones electrónicas y sorteaban cada año y otorgaban “los premios” a los beneficiarios. Los primeros quince días del mes de enero fueron los más felices para nuestra familia, porque hicimos planes, por fin habrían terminado nuestros padecimientos económicos.

El impacto en los beneficiarios (al menos imaginariamente) fue sorprendente. La noticia nos atrapó a ambos. Marido y mujer nos hicimos ilusiones. Nos mirábamos la cara y sonreíamos, pensando que por fin con el dinero ganado solucionaríamos nuestros eternos problemas económicos. Pensábamos qué diría el resto de gente, los amigos, los parientes y los compañeros de trabajo. Alguna vez un camarada de trabajo comento que si ocurría algo parecido, al día siguiente se constituiría en la oficina del coordinador y diría: “Gracias señor renacuajo, tuve el honor de trabajar con usted; pero en este momento vengo con el contrato entre las manos y como verá usted, es la copia del mismo. No trabajaré mas aquí, tengo otra oportunidad mejor que ésta…”. El supuesto compañero de trabajo, en aquel instante rompería el contrato y se lo tiraría sobre el escritorio del coordinador cuyo apodo era “Renacuajo” y que alguna vez él mismo prefería que se dirijan: “Por favor díganme, Señor renacuajo… y no como si fuese en realidad un batracio solamente”, y todo por tener una enorme panza.

Evoco que cuando trabajaba en campo con un zootecnista, un agrónomo y un civil, caminábamos comentando qué haríamos si nos apareciera por sorpresa oro en las cuevas de las quebradas de las trochas o carreteras. Todos pensaban en el hecho milagroso que jamás ocurriría. Todos abrigaban la esperanza que aconteciese este tipo de hechos grandiosos para salir definitivamente de la pobreza.

El agrónomo atino a decir: “Por qué no pudiese ocurrir la posibilidad que del avión que está pasando, por accidente caiga un maletín lleno de dólares perteneciente a los narcotraficantes y de esa forma estarían solucionados todos mis problemas…”. Oyendo esto, todos nos reímos, porque supusieron que mejor: “Por qué no le caía un maletín en la misma cabeza de aquel miserable que pedía el milagro y que pensaba enriquecerse, y de esta forma, moriría en el instante y descansar tranquilamente”.

Pensé en el Padre mercedario, imagen de un Santo, porque recuerdo que cada vez que recurría a él me hacia milagros; pero de la lotería que estoy mencionando, era realmente increíble e inconcebible, jamás soñado siquiera. La lotería de la tinka en Lima también ya lo habíamos abandonado, porque no ganábamos ni un céntimo, solo eran gastos que no recuperaríamos jamás.
Pensamos de lo buenos que fuimos mi mujer y yo. En la vida no habíamos hecho mal a nadie, siempre nos recordarán que fuimos buenas personas; aunque nuestros vecinos no tengan la misma impresión. Pensamos en el niño que apoyamos, que no tenía el pie derecho, se le pudrió a causa de una quemadura. Hicimos las gestiones y hoy en día tiene pie ortopédico y todavía estudiando la primaria en la ciudad del Cusco. En realidad, según nosotros mismos, por fin se estaba produciendo el milagro, que pacientemente y tantos años habíamos esperado.

También asistimos a un joven padre de familia de Challabamba que perdió a su esposa y que dejo de existir dando a luz a su cuarta hija. Actualmente la bebe vive junto a su padre, que nos agradeció infinitamente, por todo cuanto habíamos hecho por él y su bebé.

Fuimos también a Puno juntamente que mis suegros y todo gracias que Gunter obtuvo su licencia de conducir, porque durante más de cinco años no tuvimos tal licencia, no había dinero para tramitarlo y arriesgamos para ir a la ciudad lacustre y aun careciendo del SOAT, en realidad arriesgamos demasiado. En el viaje atendimos regularmente a los padres de mi esposa, acto del que se sintieron felices por haberles hecho pasear.

También tuvimos siempre presente que algún día se solucionarían nuestros problemas; pero tal hecho solo ocurriría cuando se produzca un milagro y aquellos días estaba ocurriendo, como lo habíamos pensado siempre. No puedo dejar de mencionar el milagro que nos hizo Dios y el Padre Urraca cuando el año pasado en el mes de enero tuvimos la oportunidad de trabajar en Cajamarca para la Compañía Minera Manante S. A. y de esa forma solucionamos parcialmente nuestros apremiantes problemas económicos.

Los comentarios e ilusiones entre los niños inocentes, también fueron extraordinarios. Fue inevitable que los niños al saber la noticia dijeran: “Ya somos millonarios. Mamá deja de lavar tu ropa compraremos nuevas…”. Suposiciones de los cuales yo y mi mujer solo sonreímos diciendo: “Tienen derecho a soñar…”. Ellos creo que ya no querían ojear los libros que estaban leyendo, pensaban en auto nuevo, la conclusión de la casa, la adquisición de un microbús para ir de paseo con toda la familia, fuese a Arequipa, Puno y Tacna e incluso Bolivia.

Seguían con sus ilusiones, deseaban que se les compre ropa nueva. El benjamín incluso se atrevió a decir que él ya no estudiaría, lo cual fue cuestionado. Con las orientaciones y sugerencias de nosotros sus padres, se corrigió y en adelante jamás hablaría de esa forma.

En la década de los 60 del siglo pasado, tiempo de la hacienda cuando el boom de la lana de oveja, los comerciantes llegaron a enriquecerse y cuentan que se desafiaban en competencias irracionales de hacer hervir agua en ollas pequeñas de barro cocido con puros billetes de cinco soles, más conocido como ‘media libra’. O en estado de embriaguez mandar remendar los orificios de sus pantalones con billetes de cinco soles. Asimismo el interior de sus chaquetas ‘forrado’ con billetes anaranjados o verdes. El último hijo de cierto ricacho pidiendo a su padre ausente: “Si mi padre deseara dejarnos algo, seria que a cada hijo nos diese por lo menos un camión Volvo”, requerimiento irracional que muchos desaprobaban, cuando lo mejor fuese invertir en su educación; pero todos sin excepción grandes y chicos, de esta o aquella generación absolutamente todos quieren dinero.

No dejaron de faltar tampoco las ilusiones del mayor. Fue el primero que se preocupaba de las cartas que estaban retornando, porque teníamos solo 4 días útiles, caso contrario el monto seria revertido a las instituciones de caridad. Se interesaba en traducir textos del inglés al castellano, o traer una copia en diskette y de esta forma estábamos informados de las últimas cartas que nos fue escribiendo el señor Jim Parsons. Una mañana a los niños les advertí que no había que ser muy impulsivos, porque malograría nuestra relación con el indicado señor, a todos aconseje prudencia.

La ayuda con la traducción de los textos por un holandés, fue inevitable. Recurrir a un gringo para que traduzca la carta lo más correctamente posible, porque la necesidad de responderlas se hizo imperioso. Nos decepcionamos por no saber el idioma, arrepentidos de no haber aprendido algo de inglés. Gunter estaba en el intermedio pero aun le faltaba traducción a un inglés fluido. Recurrimos a la computadora que también presentaba un defecto, traducía palabra por palabra, no reconocía expresiones.

El gringo al ver la carta, agrandó los ojos. Lo primero que hizo fue ir la página virtual de tal institución y confirmo que era en serio. Él se convirtió en el único confidente que sabía del hecho. Porque según los compañeros de trabajo mi esposa tuvo mucha suerte al haber obtenido los dos pasajes por LAN a Lima ida y regreso que en la Navidad del 2003 y 2004, sorteó la institución donde trabajaba. Lo más sorprendente también fue que se hizo merecedora de una beca de estudios de maestría con la fundación Rockefeller, en realidad fue mucha suerte. Con todos estos antecedentes, cualquiera llegaría a la conclusión que la suerte en el 2006, estaba de nuestro lado.

Lo único que el gringo demandó, luego que se haga realidad el premio, fue que en el hotel Monasterio invitemos una comida que según él costaba 20 dólares. Creemos que la misma comida en realidad costaría 5 soles en cualquier restaurante en la ciudad del Cusco. Demanda que accedimos de buena gana. Los días fueron pasando y el gringo se creyó con derecho de obtener una parte del premio por haber ayudado en la traducción de un par de cartas de dos páginas cada una y que un tal Jim Parsons nos había enviado.
No fue despreciable el monto, medio millón de dólares, a cualquiera le caería bien si fuese siquiera una partecita del mismo. En realidad a aquel holandés también le pareció que era posible que ocurriese tal hecho, tal vez se habría hecho ilusiones. El lunes 23 después de casi diez días, mi esposa se enteró que habíamos sido objeto de la más vil burla que pudiera cometer un ser humano en perjuicio de otro.

Descubrió por el mismo medio que habían cartas similares dirigidos a personas desconocidas por todo el mundo y lo peor, la supuesta y famosa Australian Lottery Abroad, repartía las cartas a todos aquellos que habían caído en sus redes; pero con los mismos números ganadores. Por precaución, indicaban también que: “No era conveniente que otras personas se enteren porque corrían el riesgo que también tengan derecho de reclamo del premio”, igual como cualquier bribón y delincuente no quiere que el resto de la gente, se entere.

Esperamos los diez días hábiles, quedamos que ellos enviaran otro formato, en el cual hay que llenar con nuestros datos y es más probable que en ella nos pidan el número de nuestra cuenta bancaria y nosotros ingenuamente depositemos dinero. Todo con el único objetivo de apropiarse de algún saldo de una cuenta bancaria que teníamos. La pobreza en el que nos encontrábamos nos hizo pensar en todo, el castillo de naipes que construimos alrededor de ella, que ante el mínimo aliento de la realidad cayó irremediablemente.

Todavía continuamos haciendo planes. Primero, invertiríamos en el techado de la casa e igualmente el enlucido de paredes con yeso y cemento. Luego edificaría la casa del frente, botar todo el desmonte y construir un gran garaje. Seguidamente refaccionaríamos la casa de Yauri, para ponerlo en condiciones de alquilarla. Posteriormente compraría colchones para todos, el que usamos nosotros sería destinado para nuestros padres y duerman sobre ella cada vez que nos visiten.

Seguimos conversando y determinamos también que el carpintero Bernardino que vive en Chocco iría a casa a trabajar con toda la madera que compraríamos y con ella hacer cómodas, tarimas, roperos y todo mueble que se necesita en los diferentes ambientes. Lo que es más interesante, los niños a partir del 6 de febrero asistirían a sus clases de inglés y música, aprovechando las vacaciones. Mi hija Nirva postularía a la universidad católica de Lima y estudiarían juntamente que mi esposa.

También compraríamos una camioneta Hi Lux Toyota para ir a hacer trabajo de campo y seguir recogiendo información. Para ir a la universidad compraríamos también un par de autos totalmente nuevos. Además todos tendríamos que vestirnos mejor, cada día con diferente vestido, calzados nuevos. Todos nos ilusionamos del cambio que tendría que producirse en todos nosotros, gracias al bendito dinero.

Este hecho de la lotería no nos hizo dormir durante tres noches, continuamos haciendo planes. Incluso determinamos que nuestros padres se vendrían a Cusco y compraríamos la casa contigua de nuestra vecina Anastasia y ella recibiría a manos llenas los dólares que pediría por su precaria casa. Imaginábamos los rostros de nuestros parientes al ver la cantidad de dinero que tendríamos. Situación que generaría en unos una envidia sana y en otros maliciosa.

Para verificar el fraude, yo mismo tuve la inquietud de navegar por Internet y encontré una página web que comienza con la palabra “congratulations”. Dentro de ella había una advertencia sobre los delincuentes informáticos que andaban diciendo a la gente de todo el mundo que habían ganado no solo millones de dólares sino euros y que una vez que establecían contacto, pedían el número de cuenta de un banco comercial para depositar el monto de dinero, la clave de acceso y luego vaciaban la cuenta cual si fuesen viles delincuentes y las víctimas, inocentes palomas.

Efectivamente, dentro de la página había varias cartas procedentes de diferentes países cuyo contenido eran similares, incluso el número del boleto ganador de la lotería era el mismo. Cartas firmadas con nombres diferentes sean varones o mujeres. Más que seguro que eran nombres falsos y difíciles de detectar y probablemente estaban requisitoriados por la policía.

Al enterarnos, todo cuanto habíamos construido recibimos el “baldazo de agua fría” que nos hizo volver a la realidad, todo se nos cayó como un casino de naipes, los niños dejaron de hablar; pero tomaron la decisión de seguir luchando, decididos a seguir estudiando. Porque al principio siempre había advertido: “Primero tengamos la plata y recién hablemos de lo otro, hay que tener calma…”. Ha pasado quince días y todos hemos olvidado esta broma de mal gusto. Hasta la primera semana de marzo tampoco sabemos algo del señor Jim Parsons, seguro que continua buscando personas inocentes que caigan en sus manos para robarles lo poco que pudieran tener.

Al final concluimos que el bendito dinero, al contrario de cuanto cree la gente es más bien “la prostituta” del género humano, que hace pelear, mentir, acusar y condenar a otros seres humanos que también la buscan con ansia y entereza. Entre nosotros mismos ya “hormigueaban” estos sentimientos, porque uno lo había descubierto porque estaba dirigido a una persona concreta, otro reclamaba por el hecho de tener interés en traer a la casa y mande traducir a la computadora, otro gringo que también reclamaba lo suyo y los más pequeños con derecho que les compre de todo sin haber hecho nada, solo por ser hijos de una familia que durante una semana soñaron que eran millonarios.

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