lunes, 8 de marzo de 2010

LA SONRISA DE UN PERRO

Una tarde de mediados de diciembre del 2007, uno de los hermanos Cruz entró al canchón de su casa del frente para buscar las herramientas que necesitaban para arar la tierra. Por todo el patio había un olor nauseabundo y de improviso algo le llamo la atención, era un bulto que permanecía inmóvil. Se acercó lentamente hacia el objeto y a medida que lo hacía se dio cuenta que se trataba de un gran perro muerto. Las moscas ya estaban dando cuenta del cuerpo inerte del infortunado can castaño. El muchacho se inquietó al ver el cadáver del animal, pensó que era algún signo de brujería e inmediatamente fue a dar parte a su padre.
- Papá, en la casa del frente hay un perro muerto que ya se está descomponiendo – le comunicó a su progenitor.
- ¿Cómo? ¿y sabes de quién es el perro? ¿es un perro conocido?
- No papá, de quien será, posiblemente lo hayan tirado del cerro o se haya caído en una pelea de perros hasta que lo mataron – el hermano menor que ya había regresado del colegio, opinó.
- Yo pienso que sus mismos dueños lo envenenaron y lo arrojaron a nuestro canchón diciendo: “Que se vaya pudriendo en casa de los babosos” – el padre al escuchar los supuestos les ordenó a los dos hermanos.
- Ya, regresen a la casa del frente y tomen al perro por las patas y bótenlo en la puerta de la Brígida que dice que no quiere contaminación. En este instante ella debe estar vendiendo en su puesto de frutas y aprovechen que no está en su casa. Al ver al perro muerto, seguro que tratará de adivinar quién se atrevió a hacerlo, quiero ver su reacción y reírme un poco de ella.
- Pero papá es un perro grande, que vamos a poder levantarlo solo de las patas. Quizás su estado de putrefacción sea avanzado y que tal se le desprenden por lo podrido que está. Yo no quiero quedarme con una de las patas en la mano – el otro intervino, tratando de convencer al hermano menor.
- Vamos hermano, primero hay que ver cuán grande es. Quizás no sea tan grande como dices y solo bastaría que uno de nosotros lo cargue y lo deje en la entrada de la casa de la bruja Brígida – instante que el padre se inquietó y maquinalmente ordenó a su mujer.
- Oye Alicia anda tú, evalúa el asunto y que estos dos vagos lleven al perro. No nos conviene que se pudra en el patio y en lugar que estos badulaques estén parados sin hacer nada – Al escuchar la sugerencia, la madres de los dos hermanos determinó.
- Busquen un saquillo o una manta de rafia para que lo trasladen – Luego que tuvieron el saquillo en la mano, los tres fueron en busca del perro muerto. Cuando le dieron vuelta se dieron cuenta que efectivamente ya estaba en estado de descomposición. Tenía el vientre abombado a punto de reventar y emanaba un olor insoportable. El hermano menor al ver mejor al enorme animal dijo.
- Parece que este perro ha muerto feliz, pareciera que se está riendo de nosotros y fíjense en sus ojos.
- Anda cojudo – dijo el otro – lo que pasa que se ha muerto de risa, alguien le habrá hecho cosquillas o le habrá contado un buen chiste.
- Oye, ¿tú quisieras ser perro? – pregunto el mayor.
- No, ¿Y quién quisiera serlo?
- Ah!, piensa pe cojudo. Vivirías feliz sin que nadie te ordene. No estudiarías ni trabajarías, estarías libre de todo, además no necesita ropa y no como nuestro viejo que cada día nos jode: “trabajo, trabajo, trabajo”, yo estoy harto carajo.
- Eres un estúpido o qué, nosotros los hombres hemos nacido para trabajar y solo así podremos vivir mejor, ser algo en la vida y tener familia. Como dice nuestro viejo, seguir trabajando hasta la muerte. Yo de ninguna manera quisiera ser perro, porque los perros viven por vivir, comen lo que hay. Los escasos huesos que sus dueños les dan, son suficientes y eso cuando se acuerdan y si no hay nada, comen las heces de los humanos y hasta las suyas propias.
Ambos hermanos seguían discutiendo y se olvidaron lo que había ido a hacer allí. La madre trajo una manta de rafia y ella misma soportando el hedor, colocó al perro muerto sobre la manta. A una orden de su madre, los hermanos dejaron de filosofar sobre los perros y la vida de los hombres y se dispusieron a levantarlo y llevarlo al rio.
- Ya vayan y llévenlo al rio y cumplan lo que dijo vuestro padre – les ordeno también su progenitora.
- Si nos descubren dejándolo donde la Brígida, ésta nos va a tirar con piedras insultándonos.
- Primero tienen que mirar a derecha e izquierda, arriba y abajo. Quizás haya un chismoso que les pondría en problemas delatándoles. Quiero ver cuán audaces son ustedes en hacer renegar al enemigo.
- Pero mamá puede aparecer su marido y…
- Llévenselo de aquí y déjenlo en el rio, lo que les dijo su padre que dejen ante la bruja fue solo una broma.
- Lo vamos a tirar al rio y punto – procedieron a llevarlo soportando el olor que emanaba del cuerpo perruno lleno de gusanos.
Ya se encontraban cerca a la casa de la bruja Brígida, uno de los hermanos sin querer soltó el saquillo. El perro muerto fue a dar justo a un costado de la puerta de la energúmena Brígida. Los chicos al ver este accidente “afortunado”, retornaron riéndose donde su madre.
- Mamá yo no tuve la culpa de nada, el perro creo que quería quedarse en la puerta de esa bruja.
- Ya dejen de reírse carajo – dijo la madre y los dos hermanos dejaron de carcajearse al instante – alguien puede estar escuchándolos y va ir con el chisme. Yo no quiero tener problemas con esa hechicera ni con el pisado de su marido. Si el perro cayó por accidente al lado de la casa de esa mujer, es su problema. Allá ella que se las arregle, al contrario debe considerar que es una suerte que aparezca el animal en la puerta de su casa – Los dos hermanos olvidaron del can muerto, pero de un detalle no se olvidaron, el perro quedo con la sonrisa en los labios, esperando a la vieja bruja Brígida.

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