martes, 9 de marzo de 2010

COMPUTADORA CAIDA DEL CIELO

Mi computadora se estaba llenando y sentía temor que se perdiesen los datos que había recogido a través de muchos años de trabajo. Necesitaba una nueva, pero no tenía dinero. Intente jugar a la suerte y con qué ansiedad y mística compre un boleto de rifa que el colegio Fe y Alegría que sortea muchos premios cada año a nivel nacional. No gané nada, una madre de familia obtuvo la computadora que tanto deseaba para sus hijos yo no tuve la suerte que creía tener.

Una mañana mi ahijado de matrimonio me hizo saber que tenía una computadora. Inmediatamente Gorky fue a darle una mirada. La introdujimos en un saquillo para evitar la curiosidad de los vecinos y la llevamos a la casa. Gorky hizo las conexiones del caso y resulto que era una Pentium D aquellas que salieron al mercado después de las “Pentium IV”; es decir era lo último de lo último.

Sólo la fuente de alimentación estaba estropeada, con el impacto de la caída se había roto una de las placas y no tuvimos más remedio que comprar otra. Cuando mis hijos vieron la computadora se alegraron porque les serviría para hacer sus tareas y sobre todo jugar con el programa war craff.

Este suceso fue un hecho milagroso por eso decidimos llamarla: “la computadora que cayó del cielo”. Cuando conté aquel suceso a mis compañeros de trabajo no me creyeron. Simplemente dijeron que era una broma, pero ahora reitero que es verdad. Uno de aquellos incrédulos me preguntó: “¿que debo hacer para tener yo también una computadora?”. Yo simplemente contesté que solo había que rezar con mucha devoción al santo de su predilección y se produciría el milagro.

Era una mañana a mediados del mes de abril del 2007 cuando dicho artefacto cayó a las 5 de la madrugada del techo de uno de los autobuses que salen a la capital de la provincia de Paruro. Su caída se produjo en circunstancias de la competencia por ganar pasajeros en el trayecto. Como la carretera era solamente afirmada y no pavimentada, en uno de aquellos baches que existen a la salida se produjo un movimiento brusco y el artefacto saltó de la canastilla del autobús y nadie se dio cuenta de su caída.

Al principio mi ahijado pensó que se trataba de alguna caja de cartón que le serviría para guardar productos. Pero cuando la alzó, se dio cuenta que la misma contenía algo. Miró arriba y abajo para cerciorarse de que nadie lo haya visto y se apresuró a introducirlo a su tienda. Abrieron la caja y se dieron con la sorpresa de que era un aparato nuevo; pero una de las esquinas estaba abollada. El hijo mayor Pedro, atinó a decir que se trataba de una computadora. Marido y mujer se miraron la cara como queriendo decir: “qué sabes tú de computadoras”. En realidad, ninguno sabía nada, sólo habían escuchado hablar de ella en algunas ocasiones.

Paúl les dio algunas ideas. Dijo que servia para escribir, para jugar y que costaba mucho. Inmediatamente pensaron en mí que soy su padrino de matrimonio. Solo yo podría darles información real y quizás podrían hasta vendérmela. Aquella mañana Jaime no estaba contento con la información que tenían sobre estos aparatos electrónicos y se fue al centro comercial El Carmen para saber cuanto era el costo de aquellos artefactos que las instituciones públicas y privadas tenían.

En una de aquellas tiendas le dijeron que una computadora Pentium IV estaba sobre los 350 dólares, que en soles ascendería a un monto superior de 1200. Fue a otra tienda y le dijeron más o menos lo mismo. Peguntó en otras tiendas más y regresó a la casa para conversar con su esposa y planteo la posibilidad de comprar las partes que faltaban. Esta se negó rotundamente porque necesitaban dinero para comprar mercaderías para la tienda, quizás con el tiempo pudieran tener una, pero “ahora no”.

Jaime recapacitó y estuvo de acuerdo con Carlota su esposa. Trato de indagar más respecto a computadoras y fue donde su hermano mayor Eduardo. Jaime no quiso decirle toda la verdad, porque sabía que su hermano ambicioso también le engañaría, sólo le preguntó cuánto costaba una computadora. Eduardo le dijo que para su hija había comprado una con 800 dólares lo que en soles seria unos 2500 soles.

Jaime pensó mucho y trató de averiguar sobre los otros componentes de la máquina: el monitor, el estabilizador, la impresora, los parlantes, el mouse. No tuvo más remedio que desechar la idea de tener una en casa. Además sus hijos todavía eran muy pequeños, solo se distraerían jugando en lugar de dedicarse a sus estudios.

Aquel día asignado a las pruebas, Jaime se decepcionó más aún al saber que necesitaría unos 600 soles para hacerla funcionar. Sin considerar la impresora que necesitaba tinta, en fin él no estaba para asuntos que desconocía. Al final concluyeron que no estaban en posibilidades de tener una. La gente se enteraría y correrían los rumores: “de donde tendrían dinero para comprar una computadora nueva”.

El padrino les propuso que podría darles 200 soles. Jaime pidió que aumente la suma y le prometió 50 soles más. Se dieron la mano, al final Jaime dijo: “sólo aceptaré 200 con la condición que le ayudasen en las tareas que tuvieran mis hijos”, además que aprendieran algo de computación.

El padrino salió al centro de la ciudad para recabar el dinero del Banco y dio su palabra que a su vuelta a las 11 de la mañana de aquel día, le cancelaría la suma. El costo del CPU que Jaime había encontrado a un costado de la carretera era la suerte para ambos. Al regresar, le entregó el dinero a Carlota al no encontrar a Jaime. Más tarde el padrino se enteró que tuvieron problemas porque Jaime le reclamó a su mujer el dinero de la computadora.

El dinero solo pertenecía a Jaime y no a Carlota su esposa. El suertudo esposo quería “hacer leña” los 200 soles. Quería brindar con los amigos, comprar una caja de cervezas, ir a comer pollo a la brasa con sus hijos para celebrar la suerte de haber encontrado el artefacto. Luego de estas improvisadas celebraciones Jaime regresaría cantando o si fuera posible insultando a sus vecinos.

Jaime estaba impaciente por tener el dinero y se emborrachó, fue a la tienda y le pidió a ella que se lo entregara. Ella se llenó de cólera y cogió además las canciones grabadas en un cassette de sonido de su artista preferido y en un saquillo con las pocas ropas que tenía lo tiro a la carretera junto con el dinero. Jaime se fue con rumbo desconocido, profiriendo maldiciones, pero llevando sus 200 soles y gastarlo “como loco”.

Más tarde al borde las 5 p. m. de aquel día Jaime apareció totalmente borracho diciendo que solo había bebido una cuarta de licor con sus amigos, tenía el dinero casi intacto. Ya por la noche le dieron comida y trataron de olvidar el incidente. Al día siguiente Jaime muy temprano a las 5 de la mañana volvió a salir a la carretera pensando en el dicho “al que madruga Dios ayuda”. Pensaba que tal vez podría caer algún otro bulto con otro milagro dentro. Incluso se atrevió ir carretera arriba pensando que tal vez por ahí y también mas abajo; pero aquella mañana no había nada, solo los perros le ladraban cuando apuraba el paso.

Luego le entraron unas ganas de recalentar el cuerpo con licor, en el bolsillo tenia 5 soles. Aquella mañana de todos modos Jaime se fue con rumbo desconocido. Quería conversar con los amigos, reír con ellos, contar historias, animarse y olvidarse de la tienda y la familia. Pero metió la mano entre los bolsillos y constató que sólo tenía 5 soles; pero era demasiado para libar con los borrachines de Belenpampa. Cada botellita de licor costaba solo 50 centavos y como eran varios, era suficiente para él y para todos aquellos que lo único que deseaban era emborracharse. Todas las consecuencias que le trajo aquel inesperado hallazgo de la “computadora que cayó del cielo”.

Reapareció en su casa a las 7 de la noche, todos estaban preocupados por su ausencia. Sobre todo por el aspecto que tenia, sus hijos ya no le respetaban ni le hacían caso, porque él era un mal ejemplo. Llevaba dinero en forma oculta, en lugar de luchar por la capitalización de la tiendecita que tenían, él era el primero en descapitalizarla. Al ver esto los hijos hacían lo mismo, robaban de la tienda dinero, alimentos enlatados, bebidas de diverso tipo y tamaño y hasta cerveza.

Jaime continuaba emborrachándose y sucedió lo que nadie esperaba, decidió irse para Arequipa y ciertamente volvió de 3 semanas. Pensaba en las consecuencias que le trajo el hecho de haberse encontrado una computadora. En lugar de aliviar los problemas al contrario, generaron otros perjuicios de resentimiento y la buena armonía que debería reinar dentro de su familia, en realidad tenía más problemas. Hoy nadie sabe que paso con los 200 soles, en que se gasto, que productos compraron, que ropa, ¿alguna mejora en la casa?

Carlota no lo soporto más y por más que le decía que por lo menos mejore su aspecto personal, mas él no le hacía caso. También estaba cansado de atender a los vecinos que no le dejaban ni almorzar tranquilo. Uno se imagina el tipo de trabajo que tenían, atender desde las 5 de la madrugada hasta las 10 de la noche. En realidad las piernas de Carlota las tenía hecho un desastre, ya no la soportaban quería echarse sobre la cama, mirar TV pero no podía, el trabajo se lo impedía.

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